2 de agosto de 2008

Duna de agosto

Empiezan los días de agosto y el lento oleaje de las dunas.

Todo concluye en el desierto, como el punto final de una escapada. La arena, en realidad, es un conjunto de puntos suspensivos sometidos al acercamiento; no es de extrañar entonces que no haya nada en el desierto, salvo un aire de indecisión.

La gran duna de agosto se presenta, pues, como un inmenso interrogante que crece y avanza en proporción a las incógnitas que alberga.

Algunos granos de arena conseguirán desviarse e incorporarse a otras dunas; a la duna de noviembre, por ejemplo, tan pacífica ahora que se ve venir de lejos; pero la mayoría, serán la sábana de arena sobre la que me acueste cuando la noche inicie su turno de preguntas, y yo no tendré más remedio que seguir avanzando.

Foto: Chema Madoz

5 comentarios:

el_Vania dijo...

Siempre caminando, siempre avanzando.
Entre dunas... cuando con los vientos borran nuestras huellas, cuando no sirve de nada una hoja de ruta.
Solo una intuición que desvela interrogantes tras dunas, tras desérticos parajes.
Salud/OS!

Jorge Alberdi dijo...

Las dunas, los pasos, las huellas sobre la arena, como en la escarcha, o sobre la hierba joven, así de efímero, como la poesía. Sin embargo, acostarse sobre lo efímero, para viajar y encontrarse con la palabra ¿con la palabra?
Saludos

sabelilla dijo...

Esa intuición puede llevarte muy lejos...
Saludos nocturnos, Vania


Con la palabra, con la verdad, con la mentira, con lo que es real, con lo que no lo es tanto... Es tiempo a pesar de lo efímero, Jorge.
Saludos, un placer tu visita

SAL dijo...

Si no avanzases, la duna acabaría cubriéndo tus ojos y tu boca, y lo que es peor... tus manos.
Te saludo desde la cresta de mi duna de agosto... eeeeoooooooooooo.
Besos mil Sabel.
Sal

sabelilla dijo...

Recibo tu saludo y te hago unas cuantas señales de humo desde la mía... Y si te preguntaras de dónde he sacado la madera para el fuego, entonces yo te enseñaría un montón de huesos.
Un besazo, Sal.