27 de octubre de 2009

El genio de la botella


El genio trepó por el cuello de la botella y consiguió abrirla. Salió dando vueltas como una pirindola. No hubo nube que lo acompañara porque no había tiempo para la nube. Tampoco había tiempo para la sorpresa porque el tiempo se quedó dentro de la botella. La pirindola avanzó dando vueltas hasta alcanzarme, sólo era un pequeño genio con un traje de colores, así que su deseo era sencillo: contar lunares.


El genio dio siete vueltas a mi alrededor y anotó un número en una pequeña libreta.


-¡Siete!- Dije yo creyendo adivinar el número.


-¡Ciento siete!- Dijo el genio creyendo adivinar mi edad.


Nos miramos un instante para superar el desconcierto y rompimos a reír. Vaya par de ingenuos...

Remedio para la gravedad


-Escuchando Lament, Movement in the city-


Si quiero escuchar este lamento urbano, tengo que servirme algo antes. Y eso es exactamente lo que voy a hacer.


Con el sabor de las uvas en la boca y un cigarro artesano, el lamento es un saxo llorando o gritando en una calle cualquiera del barrio francés de Nueva Orleáns; bueno, ya no hay saxos en el barrio francés de Nueva Orleáns, bueno, tampoco hay barrio francés ni calles, pero sí gente gritando...


-Escuchando Hip Drop, The Explotions-

-Escuchando Big Chief, Professor Longhair... y silbando.