31 de julio de 2014


Se cierran las ventanas
para dejar de lado la lluvia y volver
al útero doméstico con sus extraños ruidos fronterizos.
Un paso al frente y todo se habrá rehecho,
la mesa seguirá llena de piezas de cuero
y aquí seguirá Herbie Hancock liándola con Jaco Pastorius.
Otro trago de pacharán,
otra escapada al techo,
las mismas campanillas de madera,
el timbre mudo.
Las palabras salen de sus capullos de seda
convertidas en lo que no se espera;
son presa de la caza furtiva,
material para coleccionistas de ventanas abiertas.

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