1 de agosto de 2014
Es la mañana la que se derrama por el borde de la copa,
besos de uva y lágrimas de vidrio,
Azul, ¿dónde estás?
¿por qué sólo veo
caballitos rojos escapándose,
corazones negros y ovejas en un círculo?
Quiero el agua que lo funde todo,
y escapar
con el agua que lo funde todo,
y mojarme
con el agua que lo funde todo,
y beberme el agua
que todo lo funde.
¿Dónde estás, Azul?
-turquesa en unos ojos,
donde el horizonte no traza líneas
ni hay camino que seguir-
Es la mañana la que te devuelve a casa
persiguiendo caballitos rojos en el borde de una copa.
31 de julio de 2014
Se cierran las ventanas
para dejar de lado la lluvia y volver
al útero doméstico con sus extraños ruidos fronterizos.
Un paso al frente y todo se habrá rehecho,
la mesa seguirá llena de piezas de cuero
y aquí seguirá Herbie Hancock liándola con Jaco Pastorius.
Otro trago de pacharán,
otra escapada al techo,
las mismas campanillas de madera,
el timbre mudo.
Las palabras salen de sus capullos de seda
convertidas en lo que no se espera;
son presa de la caza furtiva,
material para coleccionistas de ventanas abiertas.
28 de julio de 2014
Zig Zag
23 de febrero de 2010
Reloj de agua
Bizcocho de Febrero
Mediodía huele a naranja en tu cocina,
es la luz con canela en el horno
y el tacto dorado de tus dedos repartiendo azúcar.
Abres la mano para liberar tu olor de avellanas
y es tu lengua lo más crujiente de todo.
No se me ocurre un color más tostado
que el de la miel de tus ojos-almendra
mientras cantas en la cocina.
Y yo vuelvo a sentirme niña
adicta a las tardes y a las meriendas,
al chocolate caliente y a los besos templados,
y vuelven tus manos a trabajar la masa,
y a mí me parece que me acaricias por dentro
y que después me abrazas.
Revelación
todo cuanto miras,
lo que ves y lo que no ves.
Todo se recoge y se condensa
en la niebla de tu espejo cuando te bañas.
A un lado las olas de tu cuerpo,
al otro el acantilado de tu boca,
en medio las palabras náufragas
como aquellos violines del Cantábrico
que me hicieron temblar una vez.
Sentir que todo es tuyo
sin levantar la vista,
sin ni siquiera abrir los ojos,
eso lo explica todo,
todos los libros se escriben aquí,
en tu bañera,
frente al espejo.
27 de octubre de 2009
El genio de la botella
El genio trepó por el cuello de la botella y consiguió abrirla. Salió dando vueltas como una pirindola. No hubo nube que lo acompañara porque no había tiempo para la nube. Tampoco había tiempo para la sorpresa porque el tiempo se quedó dentro de la botella. La pirindola avanzó dando vueltas hasta alcanzarme, sólo era un pequeño genio con un traje de colores, así que su deseo era sencillo: contar lunares.
El genio dio siete vueltas a mi alrededor y anotó un número en una pequeña libreta.
-¡Siete!- Dije yo creyendo adivinar el número.
-¡Ciento siete!- Dijo el genio creyendo adivinar mi edad.
Nos miramos un instante para superar el desconcierto y rompimos a reír. Vaya par de ingenuos...